Los Plomos del Sacromonte o Libros Plúmbeos son una de las más
famosas falsificaciones históricas. Materialmente consisten en 22
planchas circulares de plomo de unos 10 cm grabadas con dibujos
indescifrables y textos en latín y en extraños caracteres árabes, que se
dieron en llamar salomónicos.
La crítica filológica e histórica parecen determinar que la impostura
pudo ser obra de moriscos de alta posición social que intentaban
conciliar el cristianismo con el islam, en el periodo posterior a la
sublevación de las Alpujarras.
Los Libros plúmbeos del Sacromonte fueron unos “descubrimientos” hechos por unos obreros moriscos al derribar en Granada el antiguo minarete de la mezquita mayor nazarí. Éste, llamado la “Torre Vieja”
y no muy lejos de las tumbas de los Reyes Católicos, obstaculizaba la
construcción de la tercera nave de la Catedral de Granada.
El 18 de marzo de 1588, día de San Gabriel, los peones hallaron en
los escombros una caja de plomo, que abrieron al día siguiente, día de
San José. Las fechas no son casuales, pues San Gabriel es el ángel más
importante para el Islam, cuya aparición ocurre frecuentemente en los
Libros plúmbeos, y San José es el marido de María, la que, según estos
libros, los ha dictado.
Al abrirse la caja aparecieron varios objetos: una tablita con la imagen de Nuestra Señora en traje “egipciano” (gitano), indumentaria prohibida a los moriscos, y otros objetos curiosos. Tambien apareció un medio paño de la Virgen María y un pergamino escrito en
árabe, castellano y en un latín muy castellanizado, con las primeras
noticias concretas acerca del santo y mártir San Cecilio, hoy en día
patrón de Granada.
En seguida el entonces arzobispo de Granada, don Juan Méndez de
Salvaterra, pidió permiso a Felipe II, ávido coleccionista de reliquias,
y al papa Sixto V, para investigar la autenticidad del contenido de
esta caja de plomo, y convocó una Junta Mayor.
Tres traductores - el licenciado Luis Fajardo, catedrático de árabe en
la Universidad de Salamanca, un arabista notable, Miguel de Luna, y
Francisco López Tamarid, racionero mayor de la catedral - fueron
comisionados para llevar a cabo una traducción del pergamino, además de
la interpretación de Alonso del Castillo, médico morisco e intérprete de
Felipe II.
En 1595, empezaron a descubrirse en el Monte Valparaíso (hoy llamado
Sacromonte por estos hallazgos) ciertas planchas de plomo con
inscripciones en árabe, y el nuevo arzobispo de Granada Pedro de Castro
ordenó excavaciones de las muchas cuevas del monte. Con el tiempo,
veintidós libros en hojas redondas de plomo fueron excavados.
El 30 de abril de 1600 el arzobispo Castro leyó la calificación de
las juntas, que proclamaron como auténticas las reliquias. Se trataba
ahora de una situación muy emocionante y divisiva, ya que la nueva corte
de Felipe III emprendía la campaña para desterrar a los moriscos,
precisamente el grupo favorecido por los documentos.
.
¿Que se decía en los estos libros plúmbeos?
.
Las varias escrituras pretenden ser un evangelio del apóstol Santiago
el Zebedeo, traducido al árabe por su discípulo Tesifón (Ibn ‘Attar). En ellos abundan invocaciones a Dios y los preceptos que la Virgen
María le dio a Santiago. La Virgen le declara a San Pedro en el “Libro de la historia de la verdad del evangelio”:
"Y dígoos que los árabes son una de las más excelentes gentes, y
su lengua una de las más excelentes lenguas. Eligiólos Dios para ayudar
su ley en el último tiempo después de haberle sido grandísimos enemigos.
Y darles Dios para aquel efecto poder y juicio y sabiduría, porque Dios
elige con su misericordia al que quiere de sus siervos. Como me dijo
Jesús que ya habrá precedido sobre los hijos de Israel los que de ellos
fueren infieles la palabra del tormento y destruición de su reino que no
se les levantará cetro jamás. Mas los árabes y su lengua volverán por
Dios y por su ley derecha, y por su Evangelio glorioso, y por su Iglesia
santa en el tiempo venidero."
Los falsificadores de estos libros, dos de los cuales parecen ser
Alonso del Castillo, intérprete de Felipe II, y Miguel de Luna, hicieron
sembrarlos en la demolición de la antigua mezquita y en las cuevas del
Sacromonte con unas reliquias falsas de mártires cristianos del primer
siglo para que se descubriesen fácilmente allí (y que por consiguiente
fuesen la causa de varios “milagros” y “curas”). Según su historia, la Virgen María mandó a Jacobo (Santiago) a
Hispania, guiado por el Arcángel Gabriel, para esconder estos libros en
varios sitios en Granada.
“Ve con este libro a la extremidad de la tierra que se llama
España, en el lugar donde resucita un muerto. Guárdalo en él. Y no temas
de él porque Dios le guardará a ti y a los que fueron contigo con ojo
de solicitud en el mar como guardó a Noé en el arca, y en la tierra como
se guardó a Jonás en el vientre de la ballena hasta que lo dejó en
ella” (208). “Y enterrólos en la tierra para el tiempo decretado”
.
¿Cuáles pudieron ser los motivos que llevaron a la aparición de estos libros?
.
Los textos revelan cierta sensibilidad hacia los moriscos y sus
creencias, y hasta el tono de sus mensajes recuerda el estilo del Qur’an
(Corán). No cabe duda que los Libros plúmbeos se escribieron en un fanático
intento de evitar la expulsión de los moriscos. Aunque los Reyes
Católicos en la conquista de Granada en 1.4982 habían garantizado muchos
de sus derechos y privilegios, el deseo de los vencedores (con la
dirección del Cardenal Cisneros) de convertir cuanto antes a los
moriscos al cristianismo causó mucha tensión y resultó en su sublevación
en 1500–01 y un reverso en la tolerancia prometida.
Recordemos que, fue el Cardenal Císneros quien mando asaltar la
Madraza, la universidad granadina para quemar todos los libros de su
biblioteca, entre los que había de astronomía, matemáticas, ciencias y
poesía para que el olvido triunfase sobre la memoria, desarraigar a un
pueblo y borrar así cualquiera de las contribuciones de la civilización
musulmana a España.
Después de 1501, la situación de los moriscos de Granada empeoró
sensiblemente. La pragmática promulgada en 1567 por Felipe II, quien
nunca quiso su destierro, básicamente quitó a los moriscos su estilo de
vida, prohibiéndoles, entre otras cosas, hablar, leer y escribir en
árabe, vestir y celebrar fiestas a lo árabe, usar nombres árabes, e
inclusive bañarse en los hamman.
En definitiva se quiso y así se consiguió borrar cualquier símbolo o
manifestación propia del Islam. Las prácticas de higiene eran cosa de "moros",
prohibamos los hamman. La indumentaria propia de los moriscos (que
también usaban muchas cristianas), era una manifestación de sus
costumbres, prohibamos sus vestimentas. Él árabe es una manifestación
del Islam, prohibamos su uso y conocimiento.
Ante todas estas serie de prohibiciones e inminente expulsión, los
moriscos planearon este intento fallido de vincular y reconciliar el
Islam con el Cristianismo, inventando un pasado arabo-islámico que
hermanara a musulmanes y cristianos y pudiendo así salvarlos del
destierro.
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La Reflexión...
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Todo esto no hace sino recordarme a la no muy distinta situación
actual en España, donde el miedo al moro y el rechazo sigue vigente en
el subconciente de la sociedad. Un pañuelo molesta, decir que Dios y
Allah son la misma persona asusta y escandaliza, que un musulman de
origen no español pueda convertirse en Español da pánico, y si encima
puede optar a un cargo importante en la sociedad española no digamos.
Como ya decía en el artículo de apoyo a Najwa Malha, la comunidad de
conversos españoles al Islam es cada vez mayor. A éstos se les trata de "extranjeros en su propia tierra", traidores y gente a las que los "moros extranjeros" han lavado la cabeza.
Está mas que testado que toda esta mala propaganda de la que la
sociedad española es víctima es consecuencia de estos tiempos
inquisitoriales, en los que no se aceptaba a nadie que no fuera "cristianamente correcto".
En plena era de la información ¿Cómo podemos seguir afirmando
semejantes idioteces? ¿Vivimos en el 2010 o en el 1.409? Seguimos sin
aceptar al "otro", al diferente... y lo que no gusta se intenta borrar.
Una cosa que siempre me ha llamado la atención es que en España,
siempre hemos estudiado latín y griego como idiomas que constituyen una
base cultural imprescindible para quien desee conocer los orígenes de
nuestro idioma, de la cultura y de la filosofía. ¡¿Y porqué el árabe no?! Los motivos que se dan para que se estudie Latín y Griego, pese ser lenguas muertas y "no servir"
aparentemente para nada (cosa que no pasa al árabe, puesto que es una
lengua viva), es que muchas de las palabras que utilizamos actualmente
tienen su origen en uno de estos dos idiomas; que conociendo las raíces
de una palabra es más fácil indagar en su significado; que fueron los
idiomas en que grandes los grandes hombres de la historia de la
humanidad escribieron sus obras filosóficas...
¿Me quieren explicar la diferencia del árabe respecto del latín y
griego? Tanto árabe como griego usan caracteres distintos al escribir
(con lo que la dificultad del árabe no sería un motivo), él árabe es un
idioma en uso con lo que si serviría a efectos prácticos. Conocerlo
serviría para conocer también el origen de muchas palabras de nuestro
idioma. También en árabe se escribieron en España grandes obras de
nuestro legado cultural y que para leer nos tenemos que valer de
traductores que si conocen el idioma. Él árabe es el padre de gran parte
de nuestro idioma...
¿Necesitamos unos nuevos libros plúmbeos en España? ¿O rescatar la
Verdad del olvido será para poner en su lugar eso que hace
400 años se encargaron de arrebatarnos?
* Publicado por Nur Qalb al-Andalusyia en nuestropasadoandalusi.blogspot.com
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