Como Gadafi, Bachar optó por aplastar militarmente las iniciales
protestas pacíficas y democráticas de jóvenes sirios, pero, a diferencia
del Nerón libio, él ha contado con vientos a su favor. Entre ellos, un
mayor apoyo interno, la complicidad de Rusia e Irán y el miedo de la
comunidad internacional a que la caída de su régimen provoque un
desequilibrio regional. Estas son algunas claves para comprender una
matanza que entra en su segundo año.
¿Quiénes son los El Asad? Hafez el Asad
rigió Siria con mano de hierro durante 30 años (1970-2000). Era un
general de Aviación cuya principal aportación política fue inventar la
república árabe hereditaria. Le sucedió en la presidencia su hijo
Bachar, un oftalmólogo formado en Reino Unido y de apariencia amable. Al
llegar al poder, Bachar anunció intenciones reformistas, pero su primavera
duró pocos meses. El clan familiar de los El Asad, su secta religiosa
(los alauíes), el Ejército de su padre y la síntesis de todos esos
colectivos, los mujabarat o todopoderosos servicios secretos, le convencieron pronto de que Siria seguía necesitando mano dura
¿Quiénes son los alauíes? Como otros países de
Oriente Próximo, Siria es un mosaico étnico y religioso. Los alauíes
suponen entre el 12% y el 15% de los 24 millones de habitantes del país
(los ortodoxos musulmanes suníes estarían entre el 70% y el 75%, siendo
el resto cristianos, drusos y kurdos). Los alauíes son tan árabes como
todos los demás, pero sus creencias religiosas están enraizadas en el
islam chií. Constituyen una secta iniciática y solo aquellos que
alcanzan niveles superiores conocen todos sus secretos. Desde la llegada
al poder del general alauí Hafez el Asad, dominan el Gobierno, las
Fuerzas Armadas, los mujabarat y las milicias del régimen (shabiha).
Ahora los alauíes temen que la caída de los El Asad —Bachar, su hermano
Maher y el resto de la parentela— desemboque en una masacre de su
comunidad.
¿Por qué apoya Irán a los El Asad? La Siria de los
El Asad es, desde el triunfo de la revolución jomeinista en 1979, el
único Estado árabe aliado de los ayatolás iraníes. Diversos elementos
geopolíticos sustentan este matrimonio de conveniencia, pero también el
hecho de que los alauíes sirios y los chiíes iraníes estén emparentados
religiosamente. Damasco y Teherán son asimismo compadres en el apoyo al
grupo chií libanés Hezbolá.
¿Por qué apoya Rusia a los El Asad? Aliado desde
comienzos de los años setenta, la Siria de los El Asad supone para Rusia
su última salida al Mediterráneo (puerto de Latakia) y su última cabeza de puente
política en Oriente Próximo. Además, blindar ahora a Bachar el Asad
frente al mayoritario deseo occidental de que deje el poder le otorga a
la Rusia de Putin protagonismo en la escena internacional. En febrero,
el veto ruso y chino en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a una
intervención extranjera en Siria dio luz verde a El Asad para aplastar a
sangre y fuego los espacios de libertad creados por los opositores en
las ciudades de Homs y Deir-el-Zour.
¿Hay solución diplomática? Acciones como la reciente visita a Siria del ex secretario general de la ONU Kofi Annan
o el envío en enero de observadores de la Liga Árabe, solo han servido
para que el régimen gane tiempo para continuar con la represión militar.
Ni la diplomacia ni la retórica, ni tan siquiera las sanciones económicas, van a conseguir que Bachar y los suyos abandonen el poder.
¿Por qué no ha habido una intervención internacional como en Libia?
El caso sirio es más complejo que el libio: el régimen es más fuerte,
la oposición está más dividida y las consecuencias regionales de la
caída de los El Asad serían mayores. Además, hay problemas legales: dado
el veto de Rusia y China, una intervención tendría que hacerse al
margen del Consejo de Seguridad, lo que no ocurrió en Libia. Sin
embargo, hay precedentes de acciones internacionales sin bendición del
Consejo de Seguridad: Kosovo en 1999 e Irak en 2003.
¿Quiénes son los Amigos de Siria? El Grupo de Amigos
de Siria, que se reúne este domingo en Estambul, es una coalición
contra los El Asad de la que forman parte Estados Unidos, la Unión
Europea (con Francia a la cabeza), Turquía y la Liga Árabe (con Arabia
Saudí y Catar al frente). Ya se reunió en febrero en Túnez sin mayores
consecuencias. Obama no quiere implicar a EE UU en otro conflicto bélico
en Oriente Próximo, y menos en año electoral; la UE está enfrascada en
sus agobios económicos y financieros; Turquía no quiere dar la impresión
de que intenta rehacer el imperio otomano, y Arabia Saudí y Catar
tienen dinero pero no combatientes.
¿Qué piensa Turquía? La Turquía gobernada por el
partido islamista moderado de Recep Tayyip Erdogan tenía buenas
relaciones con la Siria de los El Asad. Pero la primavera árabe
la ha convertido en un referente democrático para el mundo árabe y
musulmán, por lo que, al poco de comenzadas las protestas en Siria,
decidió apoyarlas y apostar por la caída del régimen. Turquía sirve de
base a la oposición política y militar siria. Damasco replica apoyando a
los rebeldes kurdos del PKK alzados contra Turquía.
¿Qué opciones barajan los Amigos de Siria? Según
Jonathan Marcus, que las ha analizado en la BBC, la que suscita mayor
consenso es una acción básicamente humanitaria para aliviar la situación
de los cientos de miles de civiles bombardeados o refugiados. Francia
propone crear corredores humanitarios hasta el interior del territorio
sirio; Turquía, santuarios o zonas tampón en su frontera con Siria. Pero
incluso así se precisaría el uso de algún tipo de fuerza para
establecer y defender esos corredores y/o santuarios. Turquía y la Liga
Árabe podrían encargarse de su puesta en marcha, pero necesitan saber
que tienen a sus espaldas el poderío militar de Estados Unidos.
¿Se baraja la opción militar? Oficialmente no, pero
todos hablan de ello. Una posibilidad sería armar y dar apoyo logístico a
los grupos rebeldes; es lo que proponen Arabia Saudí y Catar. De
momento, Obama y Erdogan pactaron el pasado domingo brindarles
suministros "no letales" (material médico y de comunicaciones). Otra
sería un bloqueo marítimo de Siria para impedir que el régimen reciba
más armas por esa vía, pero su eficacia es dudosa y supondría un
enfrentamiento directo con Rusia. Una tercera, la más contundente,
consistiría en lanzar ataques aéreos punitivos desde Turquía y Jordania
contra las tropas sirias que masacran a poblaciones civiles. Es lo que
podría haberse hecho contra las baterías artilleras y los carros de
combate usados en el aplastamiento de Homs. Pero eso vendría a ser una
guerra contra el régimen y nadie la desea.
¿Qué sistema podría sustituir a los El Asad? En
Túnez y Egipto, sectores del régimen echaron a Ben Ali y Mubarak y
asumieron el protagonismo de una transición hacia un sistema más
democrático que está siendo turbulenta. En Libia, la caída de Gadafi
desveló el carácter artificial de ese Estado y sus componentes tribales y
regionales. En Siria, las divisiones de la oposición no permiten
vislumbrar una alternativa clara.
¿Qué quieren los opositores? Los jóvenes que
desencadenaron las revueltas proponían una Siria democrática donde todas
sus comunidades tengan garantizados sus derechos. Pero, tiroteados a
placer por las fuerzas del régimen, los manifestantes callejeros del
principio se han ido haciendo menos visibles, mientras que, desde el
otoño, los guerrilleros rebeldes han ido asumiendo mayor protagonismo.
Las revueltas han ido así adoptando el cariz de una guerrilla
mayoritariamente suní contra el gobierno tiránico de la minoría alauí.
Los Hermanos Musulmanes han ganado peso e incluso se han sumado a la melé
elementos de Al Qaeda. La militarización y sectarización crecientes del
conflicto ensombrecen el inicial objetivo democrático y
multiconfesional.
¿Es inevitable un Gobierno islamista suní? No era
ese el objetivo inicial de las protestas. Incluso ahora los Hermanos
Musulmanes sirios proponen al resto de la oposición un pacto basado en los principios de que los asuntos terrenos deben estar regulados por la ley humana, y no divina, y todos los ciudadanos son iguales al margen de su religión, raza o sexo, según informó Ángeles Espinosa en EL PAÍS.
¿Hay alguna salida? La mejor sería un golpe militar
que derrocara a Bachar el Asad y abriera las puertas a una transición
democrática pactada. Para ello sería preciso que un amplio sector de la
comunidad alauí fuera consciente de que su futuro en Siria pasa por
desmarcarse de los Asad, y ayudaría mucho que Moscú compartiera esa
visión. Quizá esgrimir una posible intervención militar internacional
pudiera ser útil para alumbrar esa salida. Si no, la sangría se
prolongará y puede terminar con una libanización: todos contra todos.
¿Y si Israel ataca a Irán? La crisis siria se
empozoñaría aún más. Ya ahora, se va perfilando peligrosamente como un
conflicto entre musulmanes suníes —la mayoría de la oposición siria,
Turquía y la Liga Árabe— y chiíes —los alauíes sirios y sus parientes
chiíes de Irán, Líbano e Irak—. Una acción militar israelí contra Irán
le añadiría una tercera o cuarta dimensión.
Bachar ha ganado el primer asalto, pero es difícil imaginar que muera a edad avanzada en el poder como su padre Hafez.
* Publicado por Javier Valenzuela en elpais.com
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