Ayer viendo "La voz dormida" del director Benito Zambrano recordé que ya había leído la novela hace unos años! Y tanto una como otra me parecen dos verdaderas obras de arte.
Con gran maestría, la poetisa Dulce Chacón nos narra una historia dura y a la vez conmovedora. Una historia que dedica “A los que se vieron obligados a guardar silencio”.
Ambientada en la posguerra civil española, tiene como escenario principal la cárcel de mujeres de Ventas en Madrid. Allí, un grupo de valientes mujeres republicanas, Hortensia, Reme, Tomasa, y Elvira,
nos hablarán de los sufrimientos y penurias, y de las torturas y
humillaciones, que tuvieron que padecer las mujeres que perdieron la
guerra. Una vida que me atrevería a calificar de agónica, vivida en
pésimas condiciones, en la que ni siquiera sabían cuál iba a ser
su destino final.
Con estas reclusas iremos avanzando en
la lectura de la novela, conociendo el devenir de su propia vida y el de
sus familias, así como el avance socio-político del país.
La novela presenta tres partes
claramente diferenciadas. Una primera, donde se nos presenta a los
personajes centrales de la obra, es decir a las reclusas de la cárcel de
Ventas, pero también a otros personajes que tendrán gran peso durante
toda la novela, como es el caso de Pepita, la hermana de
Hortensia –una de las reclusas-, y que a la larga será la verdadera
protagonista de la historia. En esta primera parte el tiempo que
transcurre es muy breve.
La segunda parte se centra
fundamentalmente en la vida de Hortensia, su juicio, su condena a
muerte, y su posterior ejecución, situación ésta que dará paso a una
nueva etapa en su familia. Y cuando digo “ejecución” no estoy desvelando
nada importante de la trama, puesto que desde el primer momento se
conoce como finalizará la vida de Hortensia. También durante esta etapa
de la novela conoceremos otros hechos importantes y de especial
relevancia para el desarrollo de la historia que se producirán en la
cárcel de Ventas.
En la tercera, y última parte, el tiempo
discurre a una velocidad vertiginosa (abarca cerca de dieciocho años) y
nos llevará hasta principios de los años sesenta, con el desenlace de
la historia de los protagonistas.
La novela me ha parecido magistral. Está
escrita de una forma muy particular, y aunque nos lleva a un tiempo y a
unos hechos de los cuales se ha dicho y hablado mucho, la historia me
ha parecido diferente, fresca, con un enfoque de la época diferente a lo
que estamos acostumbrados.
Para la elaboración de esta novela, Dulce Chacón
se basó no sólo en conversaciones con historiadores de prestigio, sino
también en testimonios reales de muchas mujeres que vivieron y
padecieron casos similares a los relatados en esta obra, aunque, según
confiesa la propia escritora, suavizando las historias que le contaron
porque “la ficción no soporta tanto horror como el que vivieron estas mujeres”.
.
Sobre la autora:
Dulce Chacón Gutiérrez
nació en Zafra (Badajoz) el 6 de junio de 1954 en el seno de una
familia conservadora. Su padre, alcalde de de Zafra durante la dictadura
franquista, fue quien despertó su vocación literaria. Tras la muerte de
éste y siendo aún una niña, se trasladó con su familia a Madrid donde
establecería su residencia definitiva. Junto con su hermana gemela Inma
estudiaría en un internado de la capital. Allí comenzaría a escribir sus
primeras poesías, pero no se publicaría su primer libro, el poemario
“Querrán ponerle nombre” hasta 1992. A éste le seguirían otros títulos
como “Las palabras de la piedra” (1993) y “Contra el desprestigio de la
altura” (1995). En 1996 se publicaría su primera novela “Algún amor que
no mate”. De ella caben destacar otros títulos como “Blanca vuela
mañana”, “Matadora”, biografía sobre Cristina Sánchez, la primera mujer
toreo, “Háblame, musa, de aquel varón”, “Matar al ángel” todos ellos
publicados en 1998, “Cielos de barro” (1999), y “La voz dormida” (2002).
Su carrera se veía truncada el 3 de diciembre de 2003 cuando fallecía
víctima de un cáncer de páncreas.
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