En las últimas semanas, los criminales de guerra africanos han
conseguido una fama sorprendente. Primero, el líder del ugandés Ejército
de la Resistencia del Señor, Joseph Kony, se convirtió en una
celebridad mundial. Después, el congoleño Thomas Lubanga fue la primera
persona condenada por la Corte Penal Internacional (CPI), en su caso por
el uso de niños soldado. Y finalmente, el arresto del actor George
Clooney frente a la Embajada de Sudán en Washington D.C. puso de
actualidad el conflicto en la región de Kordofán del Sur en Sudán.
Aún quedan varios criminales de guerra en África. Algunos libres,
otros con órdenes de detención pendientes y otros que están siendo
juzgados. Estos son los otros Kony del continente.
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Omar al Bashir, presidente de Sudán
Responsable del genodicido de Darfur
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También pretendido por la CPI, el presidente sudanés Omar al Bashir
es el único que está acusado de genocidio y también de crímenes de
guerra y contra la humanidad, cometidos presuntamente en la región de
Darfur. Este conflicto se inició en 2003 cuando dos grupos rebeldes de
la región atacaron a las fuerzas del Gobierno de Jartum, al que acusaban
de oprimir a la población negra de la región en favor de los árabes
procedente de otras partes del país.
Teóricamente, el conflicto finalizó en 2010, aunque sigue habiendo
violencia. Entre medias, todas las partes cometieron atrocidades y fue
la población civil darfurí la que más sufrió como consecuencia de los
ataques y la represión gubernamentales. Según Naciones Unidas, unos 2,7
millones de personas resultaron desplazadas y alrededor de 300.000
murieron, la gran mayoría debido al hambre y a las enfermedades.
La situación actual en Kordofán del Sur y Nilo Azul, junto a la
frontera entre Sudán y Sudán del Sur, recuerda de forma macabra al
conflicto de Darfur. Rebeldes de estas dos regiones están enfrentados al
Gobierno de Bashir, que no duda en bombardear indiscriminadamente zonas
pobladas por civiles.
Bachir sigue libre, en el cargo de presidente de Sudán y puede viajar
libremente por África, ya que los países miembros de la Unión Africana
(UA) se comprometieron a no arrestarlo. El fiscal de la CPI, Luis Moreno
Ocampo, y Amnistía Internacional señalaron entonces que Bashir podría
ser detenido mientras volara y se encontrara en el espacio aéreo
internacional. Como respuesta, Bashir anunció que siempre volaría
escoltado por cazas de las fuerzas aéreas sudanesas. Sobre las
acusaciones en su contra, que siempre ha negado, Bashir dijo que "no
valen ni la tinta con la que están escritas".
Los dos acusados por la CPI con más cargos lo son también por el
conflicto de Darfur y ambos siguen igualmente libres. Ahmad Muhamad
Harun, secretario de Estado para Asuntos Humanitarios de Sudán, está
acusado de 20 cargos de crímenes contra la humanidad y 22 de crímenes de
guerra. Ali Muhammad Ali Abd-Al-Rahman, presunto líder de las milicias
progubernamentales Janjaweed, le supera con 22 de crímenes contra la humanidad y 28 de crímenes de guerra.
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Bosco Ntaganda, líder de la milicia Ntaganda
Traficante de minerales de la República Democrática de Congo
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Aunque Thomas Lubanga ha sido declarado culpable por la CPI, este
tribunal aún tiene cuentas pendientes contra otras tres personas en la
RD Congo. El más conocido es Bosco Ntaganda, que en realidad es ruandés y
está acusado de crímenes de guerra relacionados también con el uso de
niños soldado por parte de su milicia, las Fuerzas patrióticas para la
liberación del Congo, entre 2002 y 2003.
Actualmente, Ntaganda es el líder del llamado congreso nacional para
la defensa del pueblo, un grupo político armado presente en la región de
Kivu Norte. La milicia de Ntaganda, a quien apodan el Terminator,
sigue aprovechándose de la explotación de minerales en esta zona. Su
tráfico ilegal hacia Ruanda le reporta 15.000 dólares semanales, según
un informe de Naciones Unidas. A principios de abril, Ntaganda intentó
lanzar una rebelión que las autoridades de Kinshasa aplastaron enviando a
Kivu Norte fuerzas especiales que habían sido entrenadas por los
belgas.
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Charles Taylor, expresidente de Liberia
El señor de los 'diamantes de sangre'
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La vida de Charles Taylor supera de lejos cualquier ficción. Antiguo
señor de la guerra y más tarde presidente de Liberia, en su juventud
había estudiado Económicas en Estados Unidos. Tras apoyar un golpe de
Estado en Liberia en 1980, fue premiado con un puesto en el nuevo
Gobierno golpista pero fue despedido tres años después por robar dinero
público. Volvió a Estados Unidos, donde fue arrestado y encarcelado. Dos
años después escapó de la cárcel y desapareció. Se cree que viajó a
Libia, donde habría sido entrenado como guerrillero antes de lanzar en
1989 una revuelta contra el gobierno liberiano desde Costa de Marfil. El
conflicto, brutal y sangriento, acabó en 1996 y el año siguiente Taylor
fue elegido presidente en unas elecciones en las que uno de sus
eslóganes decía: "Mató a mi mamá y mató a mi papá pero voy a votarle".
Durante su presidencia, se le acusó de haber participado en la guerra
civil de Sierra Leona, iniciada en 1991 y que duraría hasta 2002. Se
dijo que Taylor había vendido armas a los rebeldes, famosos por cortar
las manos, brazos y piernas de sus víctimas, a cambio de los llamados diamantes de sangre. En 1999, se inició una rebelión contra Taylor, que en 2003 dimitió y se exilió en Nigeria.
En 2006, este país permitió que Taylor apareciera ante el Tribunal
Especial para Sierra Leona y tras un largo y agitado juicio está
previsto que la corte emita su veredicto el próximo 26 de abril. Tras
las muchas acusaciones en su contra, Taylor, quien evidentemente se
tiene en alta estima, se defendió en una entrevista diciendo: "En su
tiempo, Jesucristo también fue acusado de ser un asesino".
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Otros casos: Bemba, Habré...
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La CPI tiene también un caso pendiente contra el exvicepresidente
congoleño Jean Pierre Bemba. Hombre de negocios y líder de una milicia
rebelde convertida en partido político, su fortuna se estima en cientos
de millones de dólares. La CPI le acusa de crímenes de guerra y contra
la humanidad cometidos en la República Centroafricana en 2002, adonde su
milicia fue invitada por el presidente para que lucharan contra un
intento de golpe de Estado.
Y hay otros casos menos conocidos. Como el del expresidente de Chad
Hissène Habré, acusado por grupos defensores de los derechos humanos de
decenas de miles de asesinatos políticos y de casos de tortura a
opositores y disidentes desde 1982 a 1990. Habré, apodado el Pinochet africano
y condenado a muerte en ausencia por un tribunal de Chad, vive en el
exilio en Senegal desde 1990. Bélgica, la UE y la Unión Africana llevan
años presionando a Senegal para que lo juzgue o lo extradite a otro
país. Actualmente, la Corte Internacional de Justicia (diferente a la
CPI) tiene un caso abierto contra Habré que podría acabar obligando a
Senegal a extraditarlo a Bélgica para que sea juzgado.
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