martes, 18 de junio de 2013

La banca islámica

Introducción de mi proyecto de final de máster en el que me encuentro trabajando actualmente.. Esto es ya la recta final!


الَّذِينَ يَأْكُلُونَ الرِّبَا لَا يَقُومُونَ إِلَّا كَمَا يَقُومُ الَّذِي
يَتَخَبَّطُهُ الشَّيْطَانُ مِنَ الْمَسِّ ۚ ذَٰلِكَ بِأَنَّهُمْ قَالُوا إِنَّمَا
 الْبَيْعُ مِثْلُ الرِّبَا ۗ وَأَحَلَّ اللَّهُ الْبَيْعَ وَحَرَّمَ الرِّبَا ۚ








     Quienes usurean no se levantarán sino como se levanta aquél a quien el Demonio ha derribado con  sólo tocarle, y eso por decir que el comercio es como la usura, siendo así que Allah ha autorizado el comercio y prohibido la usura.          
Corán 2:227

Cuando se habla de banca islámica, es precisamente la prohibición del interés lo que llama la intención del interlocutor en primer lugar. Pero las finanzas islámicas son mucho más que eso, el sector ha experimentado un crecimiento considerable en los últimos tiempos, sus principios basados en la ética y sus atractivos instrumentos financieros lo sitúan como una posible alternativa a la banca tradicional.
Aunque su existencia data de los tiempos posteriores a la muerte del Profeta, donde se establecieron sus principios acordes al Corán, no fue hasta hace aproximadamente 40 años que se constituyó un sistema financiero que adaptara sus principales instrumentos a la Sharia y a la tiempos modernos. Los primeros bancos islámicos surgieron en los países del Golfo debido principalmente a la acumulación de riquezas a raíz del descubrimiento de petróleo y la aparición de los petrodólares. De hecho, sigue siendo en esta zona donde se encuentra el 35% de sus activos.
La industria la forman actualmente más de 500 instituciones repartidas en 75 países. Entre los 292 bancos totalmente islámicos, las 115 compañías financieras y las 118 compañías aseguradoras, se estima que sus activos totales pasaron de 500 millones de dólares en 2007 a un billón en 2010, duplicando así su tamaño en tan sólo tres años. Además, sus activos crecen a una tasa anual del 27%, mientras que la banca tradicional registra una tasa de crecimiento por debajo del 19%.
El sistema bancario islámico también se ha extendido, aunque de manera más paulatina, por el Norte de África y Asía, donde convive con la banca tradicional. En los últimos tiempos, debido al creciente número de musulmanes en Europa y otras partes del mundo, los servicios financieros islámicos han trascendido más allá del mundo musulmán y son ofrecidos no únicamente por bancos islámicos, sino también por sus filiales islámicas en instituciones financieras internacionales clásicas como HSBC o BNP Paribas, que han comenzado a proporcionar a sus clientes productos financieros acordes a los principios de la Sharia. En la actualidad diversos bancos prestan servicios de ese tipo en países como Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, India, Japón, Luxemburgo, Suiza, y el Reino Unido. De hecho, Reino Unido ocupa el décimo lugar en la lista, confeccionada por The Banker, de los quince países más importantes en volumen de activos en cumplimiento a los principios de la Sharia, convirtiéndose así Londres en el centro de las finanzas islámicas en Europa y el primero en emitir bonos (sukuk) fuera de un país musulmán.
Pero ha sido sin duda la actual crisis económica global la que ha hecho poner de relieve el interés por las finanzas islámicas a nivel internacional. Son cada día más los inversores, musulmanes o no, que deciden apostar por este tipo de productos ya sea porque se adecuan a sus creencias ideológicas o simplemente porque representan una nueva alternativa para sus inversiones. El principal atractivo es la ausencia de interés en el crédito y su limitado riesgo, ya que la relación entre banco y cliente no es la clásica entre acreedor y deudor, si no que se trata de una relación en la que ambas partes comparten tanto riesgos como beneficios.
Además, no podemos olvidar que aún en los peores años de la crisis financiera global, la banca islámica ha mantenido un crecimiento, aunque más moderado que en años anteriores, pero suficientemente estable. Los principales analistas financieros han documentado como este mercado se ha visto considerablemente menos afectado por la crisis financiera internacional, en buena medida gracias a las restricciones impuestas a su estructura y el contenido de su principales instrumentos. El respaldo obligatorio de las operaciones por un activo real actúa de freno al excesivo aumento del crédito en momentos de auge como el vivido en países como España hasta 2008. Debido a los principios en los que se basa, la banca islámica permite una valoración de los instrumentos financieros mucho más transparente, en contraposición a los productos financieros tan complejos para la mayoría usados en la banca convencional.
Aunque en la actualidad la industria financiera islámica supone únicamente alrededor del 2% de la totalidad de la banca mundial, su enorme potencial de crecimiento y sus atractivos productos financieros hacen que algunos analistas consideren que en un futuro esta podría incluso desplazar por completo a la banca tradicional. Este es precisamente el objetivo de este trabajo, indagar cuál es el verdadero funcionamiento de la banca islámica, cuáles son sus principales instrumentos y en que principios religiosos se basan. Todo ello para llegar a determinar si realmente las finanzas islámicas podrían tener un futuro prometedor en el resto de países no musulmanes y si esta podría convertirse en una solución a la actual crisis económica que afecta a los países desarrollados. Además de comprobar como en el ámbito económico las relaciones del mundo occidental con el islámico son  más fáciles que en otros ámbitos.

 Christina Barragán- 
Universitat Rovira i Virgili

miércoles, 5 de junio de 2013

Smart Borders

- por Christina Barragán
Universitat Rovira i Virgili


A partir del 11 de septiembre de 2001 el concepto de frontera adquirió un significado diferente. La preservación de la seguridad nacional y la denominada lucha antiterrorista presentaron nuevos retos para la estabilidad de las relaciones internacionales y una reordenación de prioridades por parte de los Estados Unidos que afectaron al resto del mundo. La respuesta inmediata al ataque fue el cierre de las fronteras y el espacio aéreo, su posterior apertura se hizo bajo un nuevo contexto de controles más estrictos y un discurso político basado en la necesidad de proteger la seguridad nacional al coste que fuera necesario. Antes de esta fecha, parecía haberse llegado al consenso de que la supuesta globalización haría perder sentido a las fronteras y que la interdependencia económica conduciría definitivamente a fronteras más abiertas e integradas. Además, EE.UU. contaba con el exitoso ejemplo de la Unión Europea y llegó a establecer negociaciones migratorias con México que parecían marcar el inicio de un acercamiento entre los países firmantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) similar al europeo.  Pero los acontecimientos de 2001 cancelaron repentinamente todos los avances y las grandes expectativas que se habían creado al respecto. Pero, ocurrirá algo similar en un futuro próximo en las fronteras de la UE? Han tenido algo que ver las revoluciones árabes en la mejora tecnológica de los sistemas fronterizos europeos? En qué consisten exactamente los denominados “Smart borders” o fronteras eficientes?

Desde su fundación en 1957, la Unión Europea se ha definido como un espacio de libre circulación de bienes, personas, capitales y servicios. La libre circulación de personas intentó optimizar los recursos laborales dentro del espacio comunitario, siempre estableciendo una clara diferenciación entre la movilidad de ciudadanos comunitarios y la de no comunitarios. Para ello se establecieron políticas diferenciadas con la intención de regular la movilidad interna entre países miembros y la de países extracomunitarios. Pero el proceso de integración comunitario finalmente se desarrolló de manera lenta y costosa, reflejando a su vez la evolución del fenómeno migratorio en sí y adaptando sus políticas a cada momento. De hecho, hasta el año 1973, los países que en aquel momento comprendían la Comunidad Europea se encontraban en plena expansión económica y adoptaron políticas activas de reclutamiento temporal de trabajadores de los países menos desarrollados del sur del continente, algunos de ellos miembros de la propia CE  como España, Portugal e Italia, y otros que no como Marruecos, Argelia y Túnez. Pero la crisis del petróleo de 1973 hizo que estos países reclutadores de mano de obra decidieran implementar en esta ocasión una serie de medidas migratorias restrictivas e incentivar el regreso de estos trabajadores a sus países de origen.

El acuerdo Schengen firmado en 1985 y el posterior Tratado de Ámsterdam de 1999 permitieron lograr definitivamente el objetivo tan anhelado de la libre circulación de personas por prácticamente todo el espacio comunitario. Hasta ese momento la inmigración era competencia de cada estado, pero en 1995 se abolen las fronteras internas entre los miembros firmantes del Acuerdo, se crea una frontera externa común y se empieza a diferenciar entre la movilidad de ciudadanos comunitarios y no comunitarios, desarrollando políticas regulatorias para cada tipo de movilidad. Pero cabe destacar que esta liberalización del movimiento de personas ocurrió justo en un momento en que las diferencias económicas entre los distintos países comunitarios no eran tan marcadas como en la actualidad. Parece ser que los países de la Europa Occidental no creían que se llegaría a producir una migración a escala masiva de los  miembros menos desarrollados y por ello permitieron la adhesión paulatina al tratado Schengen de nuevos estados. Pero, la actual crisis económica que afecta sobre todo a los miembros del sur de la UE puede poner en peligro de algún modo este tratado y, como en el caso de México y los EE.UU., los avances hasta ahora conseguidos en la desaparición de fronteras y la integración a nivel regional pueden quedar en un sueño inalcanzable. De hecho, las nuevas directrices impuestas por la UE no tardaron en aparecer y ya el pasado mes de marzo Alemania vetó deliberadamente la entrada en el acuerdo Schengen de Bulgaria y Rumania, dos últimos países en incorporarse a la Unión. Ahora falta por ver si las revoluciones árabes y la posterior guerra en Libia han tenido también un papel importante en los nuevos y sofisticados controles fronterizos impuestos por la UE en los últimos tiempos.

Y es que parece ser que “no dejar pasar a nadie” se ha convertido en el nuevo lema en Europa. Después de haber creado en 2004 la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión (FRONTEX) basada en un sistema semiprivado y cuasi-militar de vigilancia con el fin de mejorar la gestión integrada de las fronteras exteriores, la UE se encuentra de lleno volcada en la mejora de esta supervisión a través de dos nuevas iniciativas: EUROSUR y las denominadas “Smart Borders”. Con todo ello, el espacio europeo destinado a la libre circulación, la apertura y la integración regional parece cerrarse cada día un poco más. La iniciativa EUROSUR en realidad no es más que una modificación de la regulación de FRONTEX basada en la mejora de la vigilancia de las fronteras terrestres y marítimas en el Mediterráneo a través de la tecnología más avanzada. La enorme inversión en los satélites, radares y drones más sofisticados tiene si más no el objetivo de hacer de filtro a las posibles “intromisiones” que tanto parecen preocupar a la UE. Por su parte, la iniciativa “Smart Borders” se preocupa más de las entradas por tierra ya que está destinada a registrar a los pasajeros no originarios de la zona Schengen a través del sistema informático “Registered Travellers Programme” (RTP), similar al utilizado en varios aeropuertos norteamericanos, y que permite conocer los datos biométricos de quien intenta cruzar la frontera. Aunque estas medidas fueron propuestas en 2008, no fue hasta el pasado mes de febrero que la UE dio el paso definitivo para su implantación, y parece ser, que las revueltas en el norte de África tuvieron un papel decisivo para dar un nuevo impulso a su puesta en marcha.
Pero en realidad el proceso biométrico no es ninguna novedad. El requisito del control de las huellas dactilares de los pasajeros se está convirtiendo en algo común a nivel mundial para las solicitudes de visado, a pesar de los inconvenientes a nivel de privacidad que todo ello trae consigo. Incluso el programa de entrada US-VISIT va más allá y exige a todos los visitantes que desean entrar en EE.UU. someterse al registro de sus huellas dactilares y a un reconocimiento facial por escáner, del mismo modo que lo exige Japón, Malasia, Corea, Afganistán y Tailandia. Por su parte, la UE no quiso quedarse atrás y puso en marcha la iniciativa “Smart Borders” con el propósito de simplificar e integrar los cruces fronterizos en Europa. De hecho, el objetivo preciso no queda del todo claro, pero es obvio que va más allá de simplemente construir un sistema de entrada y salida más eficiente y seguro. Sin embargo, se nos ha intentado presentar la biometría, así como el registro de huellas faciales y reconocimiento facial, como algo de vital importancia y gran potencial sobre todo para los pasajeros regulares.
La estrategia en sí es compleja, desconcertante y un tanto opaca, y parece echar por tierra los avances conseguidos hasta ahora en la desaparición de fronteras entre los países miembros de la UE y los firmantes del acuerdo Schengen. El nuevo paquete fronterizo propuesto por la Comisión Europea se basa en un sistema biométrico estándar para pasaportes de la UE y cartas de identidad ya puesto en marcha, además de otro tipo de permiso para residentes de los denominados terceros países, un Sistema de Información de Visados (VIS) que recoge y almacena las huellas dactilares de todos los visitantes y se planea también incluir una base de datos de los pasajeros llamada UE-PNR (Passanger Name Record). Por si todo esto fuera poco, el paquete de medidas también incluye un sistema de entradas y salidas de los pasajeros de los 26 países pertenecientes al tratado Schengen, un sistema de cruce automatizado para los ciudadanos de la UE y los denominados viajeros “de buena fe”, un Sistema Electrónico de Autorización de Viaje (ESTA en sus siglas en inglés) que requiere una autorización previa para viajar similar al utilizado por EE.UU., un Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (EUSOR), además de una nueva estrategia integrada de gestión de fronteras europeas.  
La fundación alemana Heinrich Böll, vinculada al Partido de los Verdes y orientada a promover la formación en voluntad democrática, el compromiso sociopolítico y el entendimiento entre los pueblos, publicó en 2012 un estudio bajo el título “Borderline: EU Border Surveillance Initiatives” donde se evaluaban los costes económicos y el impacto sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos de estas nuevas fronteras “inteligentes”. Hay que tener en cuenta que este tipo de sistemas de vigilancia tan complejos requieren una serie de pruebas en modo beta antes de su aplicación definitiva, lo que haría el proceso todavía más lento y costoso. Su fase inicial implica una focalización obligatoria en los pasajeros frecuentes de terceros países, pero ni si quiera la definición de pasajero frecuente está todavía definida de una manera clara. Además, su eficacia no está probada y la propuesta está despertando bastantes críticas por parte de la sociedad civil en general, debido principalmente al elevado coste de todo el proceso en una situación económica como la actual en la UE, y la violación de los derechos fundamentales de los pasajeros como el de la privacidad.
En total, el programa comprende cerca de 2.000 puntos fronterizos, además de todos los puertos y aeropuertos. Los costes finales se estiman en 1.100 millones de euros, 15 de los cuales han sido destinados únicamente a la investigación del proyecto.  Resulta curioso comprobar cómo son precisamente países del norte de la UE quienes forman el consorcio de 20 socios que ganó el contrato del proyecto y que fue llevado a cabo con bastante secretismo. Entre ellos el Ministerio austriaco del Interior (BMI), el Instituto Tecnológico austriaco AIT, la Imprenta Estatal austriaca, la Guardia fronteriza finlandesa (RVL), la empresa alemana Giesecke & Devrient como socio industrial y, como autoridades públicas el Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas Migratorias (ICMPD) y el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC). A pesar de todas las críticas suscitadas, la propuesta del proyecto “Smart Borders” será enviada al Parlamento Europeo, donde tendrá que ser aprobada por los estados miembros. Si ningún cambio significativo se produce, la Comisión espera que el sistema pueda ponerse en marcha de manera integral en todo el territorio en 2017.
En conclusión, creo que la complejidad y la falta de transparencia llevada a cabo durante todo el proceso no ayudaran a alcanzar el nivel de confianza necesario para que este sistema acabe siendo viable. Las revoluciones en los países del sur del Mediterráneo no han sido más que la excusa perfecta para aumentar el deseo de la UE de poner en marcha un sistema clasista y cuasi-militar que, a pesar sus elevados costes económicos, beneficiará a muchos de sus socios a través de subcontratas en seguridad semi-privada y en la venta de mecanismos de alta tecnología destinados al control de las fronteras. Este nueva obsesión por la seguridad no hecho más que llevar a que las relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo se acaben basando únicamente en el control de sus fronteras, sin tener en cuenta la violación de los Derechos Humanos y de las convenciones internacionales que ello supone y, en un futuro, puede incluso poner en peligro uno de los pilares de la Unión Europea: el espacio Schengen. Las “Smarts Borders” pueden llegar a convertirse en el “Big Brother” europeo e infringir las libertades civiles deliberadamente, además de incrementar el bilateralismo ya existente, no sólo entre el norte y el sur del Mediterráneo, sino también entre el norte y el sur de la propia Unión Europea.

domingo, 2 de junio de 2013

Persepolis

Persepolis, un film de animación basado en la novela autobiográfica de Marjane Satrapi, ideal para entender de una manera clara y divertida la revolución iraní
La película comienza en el aeropuerto de Paris-Orly, donde Marjane Satrapi (Chiara Mastroianni) no está en condiciones de tomar su avión con destino a Irán, por razones que no se explican claramente. Se sienta a fumar un cigarrillo, mientras recuerda su infancia en Irán. Cuando era niña, Marji vivía en Teherán con los sueños infantiles de ser profeta y discípulo de Bruce Lee. Pero, yuxtaponiendo sus ambiciones infantiles se encuentra el levantamiento popular contra el Shah respaldado por Estados Unidos. Su familia de clase media participa en manifestaciones y protestas, con la esperanza de una sociedad mejor. Mientras tanto, Marji se intenta identificar con el punto de vista de su generación, ya sea mediante la amenaza al hijo de un funcionario del gobierno impopular o sintiéndose orgullosa, junto a los otros niños, de sus familiares que han sido presos políticos. Un día, su tío Anoush regresa a casa después de ser liberado de su condena de nueve años en la cárcel. Anoush inspira a Marji con la historia de su vida y de su huida del gobierno, como resultado de rebelarse y de su ideología comunista, su papel en el establecimiento del Gobierno Popular de Azerbaiyán, y su encarcelamiento por las autoridades iraníes cuando trató de regresar a Irán des de la Unión Soviética.
Después de la caída del Shah, finalmente los enemigos políticos cesan los combates y comienzan las elecciones para escoger al nuevo gobierno iraní. La situación de la familia de Marji no mejora, ya que están profundamente molestos cuando los fundamentalistas islámicos ganan las elecciones con el 99,99% de los votos y comienzan a reprimir a la sociedad iraní. El gobierno obliga a las mujeres a vestir con modestia y a llevar un velo que les cubra parte del cuerpo, y el tío Anoush es detenido de nuevo y ejecutado por sus creencias políticas. Profundamente desilusionada, Marji intenta, con su familia, adaptarse a la realidad del régimen intolerante. La guerra entre Irán e Irak se declara y Marji ve por sí misma los horrores de la muerte y la destrucción. El gobierno iraní inicia la implementación de leyes ridículas que crean injusticias flagrantes. La familia trata de encontrar consuelo en las fiestas secretas, donde disfrutan de los placeres simples que el gobierno ha declarado ilegales, incluido el alcohol. A medida que crece, Marji comienza una vida de exceso de confianza. Ella se niega a meterse en problemas, compra en secreto música heavy metal occidental, especialmente Iron Maiden, en el mercado negro, viste ropa poco ortodoxa, le apasiona el punk, el rock y otras sensaciones musicales occidentales como Michael Jackson, y abiertamente se atreve a enfrentarse a una maestra por sus mentiras sobre los abusos del gobierno.
Ante el temor de que fuera detenida por su rebeldía, los padres de Marji deciden enviarla a estudiar a un liceo francés en Viena, Austria, donde pueda estar segura. Allí vive en una residencia de monjas católicas, donde tampoco se encuentra cómoda debido a su comportamiento discriminatorio y crítico con su pueblo. Marji  intenta hacer amigos, pero se siente aislada en un país extranjero rodeada por gente superficial que toma su libertad por sentada. A medida que pasan los años, Marji es expulsada de su refugio temporal por insultar a una monja y acaba vagabundeando por las calles. Sigue mudándose de casa en casa sin encontrar su lugar, hasta acabar en la casa de una extraña profesora de filosofía jubilada. Una noche, la figura de su abuela se le aparece, diciéndole que debe permanecer fiel a sí misma, después de que en una de las fiestas a las que asiste mintiera sobre su nacionalidad. Se involucra en una apasionada historia de amor con Markus, que termina cuando descubre que este le engaña. La cosa empeora sustancialmente cuando su casera la acusa de haberle robado un broche y Marji tiene que huir de la casa en la que vive y pasar duras noches durmiendo en un banco.  Allí es donde enferma de bronquitis y está a punto de morir.  
Marji se recupera en un hospital de Viena y regresa a Irán con el permiso de su familia y espera que el fin de la guerra mejore su calidad de vida. Pero la cosa no mejora y Marji cae en una depresión clínica e intenta suicidarse con una sobredosis de medicamentos. En este momento sueña con Dios y Karl Marx que le recuerdan lo que es importante y con ello su determinación se renueva y comienza disfrutar de la vida otra vez. Asiste a clases en la universidad e inicia una relación con un compañero de estudios. Pero a pesar de este nuevo cambio, se da cuenta de que la situación ha empeorado progresivamente y que la sociedad iraní está más tiranizada que nunca. Las ejecuciones en masa por creencias políticas se han vuelto comunes y las nuevas normas morales absurdas. Ella y su novio se cogen la mano por la calle y sus padres se ven obligados a pagar una multa para evitar su detención.
Su matrimonio se desmorona después de un año. La redada de la policía en una fiesta a la que asiste tiene como resultado el asesinato de uno de sus amigos mientras trataba de escapar en los techos. Después de la muerte de su amigo y su divorcio, la familia decide que Marji debe abandonar el país de forma permanente para evitar ser el blanco de las autoridades iraníes como una disidente político. Su madre le prohíbe regresar y Marji acepta a regañadientes. Su abuela muere poco después de su regreso a Europa. En la última escena, Marji sube en un taxi y cuando este se aleja de la terminal sur del aeropuerto de París-Orly, la narrativa corta de nuevo a la actualidad. El conductor le pregunta de dónde es y ella responde "Irán", manteniendo la promesa que hizo a Anoush y a su abuela de que iba a recordar de dónde venía manteniéndose fiel a sí misma.