domingo, 6 de mayo de 2012

Ensayo sobre la ceguera

El premio Nobel de Literatura, el portugués José Saramago, comparó lo que ocurre en los territorios palestinos con Auschwitz y en cierta medida es un buen preámbulo de presentación de su novela. Vivimos en una era del bienestar sinónimo de ceguera social. Los políticos se afanan en la utilización de recursos mediáticos (TV, radio, prensa) en favor de las iniciativas más desastrosas para humanidad. La puesta en escena de la guerra de Iraq y sus consecuencias (más terrorismo, un nuevo Vietnam para los norteamericanos) es una buena razón para la relectura de este libro.
Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es el primer caso de una "ceguera blanca" que se expande de manera fulminante. Internados en cuarentena o perdido en la ciudad, los ciegos tendrán que enfrentarse con lo que existe como más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio.
"Ensayo sobre la ceguera" es la ficción de un autor que nos alerta sobre "la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron". José Saramago traza en este libro una imagen aterradora -- y conmovedora -- de los tiempos sombríos que estamos viviendo, a la vera de un nuevo milenio. En un mundo así ¿cabrá alguna esperanza? El lector conocerá una experiencia imaginativa única. En un punto donde se cruzan literatura y sabiduría, José Saramago nos obliga a parar, cerrar los ojos y ver. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto son dos propuestas fundamentales de una novela que es también una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad.
"Hay en nosotros una cosa que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos", declara uno de sus personajes. Dicho con otras palabras: tal vez el deseo más profundo del ser humano sea poder darse a sí mismo, un día, el nombre que le falta.
Aparte de una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad, la reflexión de Saramago, un rebelde "comunista libertario" como él mismo se define tiene una enjundia social muy fuerte. La sociedad del bienestar y de la información vive ciega en un mundo artificialmente puesto ante nuestros ojos. Millones de personas nos ponemos ante la televisión y nos ocupamos de una vida llena de superfluas actividades a las que la sociedad del consumo nos invita con insistencia. El bricolaje de nuestra existencia nos somatiza de cualquier preocupación, de cualquier horror que esté sucediendo en un lugar del mundo, o casi delante de nuestras propias narices.
Pero... ¿toda la humanidad ciega? La respuesta es que aceptada la globalización económica, no nos damos cuenta de que a la vez, tras el 11-S se impone una globalización política. Todo esto en un marco general de pérdida de valores, donde la denuncia se va convirtiendo en prioritaria. Esa denuncia permanente de Saramago tiene una extensión que vemos en los principales medios de comunicación de forma continua: "La Iglesia católica nunca ha salido de la caverna"; "la globalización es un totalitarismo".
En resumen, el autor recurre a una narrativa y trama aterradora, a un recurso extremo. Al igual que una grieta abierta espontáneamente a lo largo de los Pirineos provocaba la separación del continente europeo de toda la Península Ibérica (La balsa de piedra, J. Saramago), toda la humanidad padece una enfermedad que le va dejando ciega. El realismo descriptivo de algunos detalles, la crudeza de la condición humana en situaciones extremas no permite la indiferencia del lector, de los lectores, presumiblemente "ciegos" en nuestras cómodas butacas y que Saramago llama a despertar con su novela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario