Quién le iba a decir a Mohammed Bouazizi, que un año después del acto al que lo llevó la impotencia y la desesperación, su nombre se convertiria en el de una figura histórica y en ejemplo para muchos. La inmolación el 17 de diciembre de 2010 de un tunecino anónimo, Mohammed
Bouazizi, desató una tormenta política por todo Oriente Medio que aún se
prolonga. Su historia tal como se contaba al principio contiene algunas
inconsistencias; así que ahora, con los hechos y su herencia más claros, es
útil revisar la forma en que arrancó el levantamiento regional.
Sidi Bouzid, un municipio del centro de Túnez con una población de 40.000
habitantes y sin ninguna distinción especial (aparte de deber su nombre a la "Batalla
de Sidi Bouzid" librada durante la Segunda Guerra Mundial en las
inmediaciones entre fuerzas alemanas y estadounidenses) hace las veces de
improbable escenario de la narración.
Allí, al igual que en todo Túnez durante la era de Zine El Abidine Ben Alí,
la policía se saca un sobresueldo a costa de la población civil. En particular
considera el mercado de abastos donde vendía fruta Mohammed Bouazizi "su
buffet personal, llevándose bolsas llenas de fruta sin más que un gesto al
tendero como pago". "Los agentes
disfrutan visiblemente sometiendo a los tenderos a una humillación tras otra -
multándolos, decomisando el género y hasta ordenándoles que trasladaran su
fruta hasta el furgón policial".
De 26 años de edad, soltero y principal
recurso de una familia de ocho miembros huérfana de padre, Bouazizi
aguantaba estos saqueos. En la fatídica jornada del 17 de diciembre, él
traslada su vehículo motorizado de madera sin permiso cargado de género como
siempre al mercado a las 10 de la mañana. Dos agentes – uno de ellos responde
al nombre de Fadiya Hamdi,
mujer de 36 años de edad y efectivo veterano con 11 años de servicio --
empiezan a servirse su ración por el camino.
El tío de Bouazizi intervino en su nombre, ordenando a los agentes que
dejaran el vehículo. El tío se dirigió a continuación al comisario de policía y
le pidió que ordenara a los agentes que dejaran a Bouazizi en paz. El comisario
accedió, convocando a Hamdi, reprendiéndola y dándole instrucciones de no
acosar al joven.
La agente Hamdi, fuera de sí, se fue al mercado de abastos y fue a por
Bouazizi. Agarró una cesta de manzanas de él y la colocó a plena vista en su
vehículo. Al regresar en busca de más fruta, Bouazizi trató de cortarle el paso
pero según Ala al-Din al-Badri, que dispensa en un puesto próximo al de
Bouazizi, "Ella empujó a Mohammed y le golpeó con su porra".
Enardecida a estas alturas, Hamdi echó mano a la balanza de Bouazizi y
cuando él volvió a intervenir, otros dos agentes y Hamdi arrojaron a Bouazizi
al suelo. Se llevaron más género y su balanza.
Bouazizi se echó a llorar e imploró. "¿Por qué me hacen esto? Soy una
persona sencilla y sólo quiero trabajar". Entonces, mientras alrededor de
50 personas del mercado contemplaban la escena, se produjo la imagen que detonó
una deflagración en todo Oriente Próximo: Hamdi abofeteó a Bouazizi.
Humillado, Bouazizi se fue al ayuntamiento de Sidi Bouzid en busca del
funcionario al que quejarse. No, fue informado: todo el mundo está reunido.
Váyase a casa. Olvídelo. En lugar de dejar correr el asunto, sin embargo, él se
marcha en busca de sus colegas tenderos y anuncia su intención de protestar por
la injusticia y la corrupción prendiéndose fuego. Cumpliendo su anuncio, se
rocía con un líquido inflamable a las 11:30 de la mañana más o menos, se acerca
una cerilla y se prende fuego.
Los intentos de rescatarle con un extintor roto fracasan. La llamada a la
policía, como era previsible, no obtiene respuesta. Finalmente, después de una
hora y media, llega la ambulancia. Bouazizi sobrevivió inicialmente a la dura
experiencia y fue trasladado con el tiempo a un hospital de quemados próximo a
Túnez.
Se producían disturbios en Sidi Bouzid; recogidos en vídeo y colgados en
Facebook, despertaron nuevos disturbios a nivel local y luego nacional. La
agente Hamdi era detenida. El presidente Ben Alí visitaba al gravemente quemado
Bouazizi en el hospital el 28 de diciembre y recibió a su familia en el
despacho presidencial.
Bouazizi fallecía a consecuencia de sus quemaduras
el día 4 de enero. Su funeral
próximo a Sidi Bouzid atrajo a un multitudinario grupo de unas 5.000 personas
que cantaban: "Adiós, Mohammed, vamos a vengarte. Lloramos por ti hoy,
haremos llorar a los que provocaron tu muerte". Su tumba se convirtió en
lugar de peregrinación.
En realidad, Mohammed Bouazizi fue vengado religiosamente. Su acto de
desesperación ya ha conducido a la caída de tres tiranos (Túnez, Egipto, Libia), ha
precipitado dos guerras civiles (Libia, Yemen, ¿Siria?) y desestabilizado a dos
gobiernos (Bahréin, Siria). Internet le convirtió en una figura histórica.
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