En su página en el sitio oficial de los Juegos Olímpicos de Londres 2012,
la atleta Habiba Ghribi dejaba muy claro su objetivo: ganar una
medalla. Lo consiguió. El 6 de agosto se convirtió en la primera
tunecina en subir a un podio olímpico, obtuvo la plata en la prueba de 3.000 metros con obstáculos.
Emocionada, dedicó su triunfo a los tunecinos, en especial a las
mujeres, y al “Nuevo Túnez”. Pero, aparentemente, algunas partes del
“Nuevo Túnez” no estaban listas para su logro. Al menos no para su
ombligo.
Ocurre que Ghribi, de 28 años, vestía
un traje deportivo que mostraba —además de su ya mencionado ombligo— su
abdomen, piernas y brazos al desnudo. Un atuendo que no desentonaba con
el de sus competidoras. Pero para los tunecinos más conservadores, poco
más que “ropa interior”. “Túnez no necesita mujeres que corran
desnudas”, anotó un indignado aficionado en Facebook. Otros incluso
exigieron que se le retirara la nacionalidad.
Los insultos contra Ghribi no son extraños. Otras atletas árabes han
sido igualmente insultadas. A la saudí Wojdan Shaherkani, que compitió
en la prueba de judo, la llamaron "prostituta" y a la afgana Tahmina Kohistani,
también atleta, la calificaron de "vergüenza nacional". Pero la
polémica por el traje de Ghribi se distingue porque ha exacerbado el
debate sobre la igualdad de género en Túnez un tema álgido en el país
que vio nacer la Primavera Árabe. Túnez es uno de los países que más
protegían los derechos de las mujeres en el mundo árabe. Ghribi, a
diferencia de las competidoras saudí y afgana, compitió sin el hijab.
El Código de Estatuto Personal que prohíbe la poligamia y el repudio se
promulgó en 1956. El divorcio voluntario, los anticonceptivos y el
aborto son legales. No obstante, el borrador de la nueva Constitución
redactado a la sombra de Ennahda, el partido islamista que encabeza la
coalición del Gobierno tunecino elegido tras la caída del dictador Ben Ali en enero de 2011, considera a las mujeres “complementarias” a los hombres. Miles de tunecinos se lanzaron el lunes a las calles en protesta con esta reforma.
El partido en el Gobierno, atrapado entre las exigencias de los
salafistas (que, entre otras cosas, abogan por la imposición de la sharia)
y la oposición laica que afirma que las reformas conservadoras
“traicionan” los ideales que impulsaron la Revolución de los Jazmines,
insiste en que no limitará los derechos de la mujer. Pero muchos son
escépticos.
La bloguera Lina Ben Mehnni —cuya bitácora, A Tunisian girl,
recogía testimonios sobre el inicio de la Primavera Árabe— anunció en
su blog que había asistido a las manifestaciones. Una de las imágenes
que acompañan su texto muestra a una mujer con un cartel: “Soy una mujer
completa, no un complemento”. Y las mujeres tienen ombligo.
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