Llegar al trabajo y encontrar La Vanguardia del pasado domingo con este artículo del escritor israelí Abraham B. Yehoshua, impulsor del movimiento "Paz ahora", aunque no se de que paz habla.. Mucho humor creo que tiene que tener para argumentar como lo hace la incorporación de los árabes israelíes al ejército como medida para su "integración" social. No tiene desperdicio.
En la lucha por obligar a los jóvenes judíos ultraortodoxos a hacer
el servicio militar o civil en Israel –lucha que surgió a raíz de las
protestas sociales del pasado verano y que ya están preocupando mucho a
los partidos políticos–, ha empezado a plantearse últimamente qué hacer
en el caso de los árabes israelíes, también exentos del servicio militar
o civil obligatorio que establece la ley israelí. Resulta además
curioso que haya sido un partido nacionalista y laico como el del
derechista Avigdor Lieberman el que haya exigido con firmeza que tanto
los judíos ultraortodoxos como los árabes israelíes carguen también con
esa obligación con el ejército del país.
Nada más crearse el Estado de Israel en 1948, los árabes israelíes
obtuvieron la nacionalidad israelí y ya en el primer Parlamento surgido
de las primeras elecciones había diputados árabes en representación de
sus comunidades. Sin embargo, esa igualdad formal no ha supuesto todavía
una auténtica igualdad en los ámbitos de la economía, el empleo,
etcétera. Aún queda bastante camino hasta llegar a un grado de igualdad
razonable.
A los árabes israelíes nunca se les obligó a hacer el servicio
militar por dos motivos. El primero era el deseo de no enfrentarlos en
el campo de batalla con sus hermanos palestinos del otro lado de la
frontera ni con los soldados de otros países árabes. Y el segundo motivo
era la falta de confianza en su lealtad al Estado de Israel, y se temía
que las armas que se les dieran pudieran ser usadas, en momentos de
crisis, en contra del propio Estado que se las había proporcionado.
Ahora, casi sesenta y cinco años después, todavía sigue vigente el
primer motivo. Y el Estado israelí se ha cuidado mucho de evitar
enfrentar a los árabes israelíes con los palestinos de Cisjordania, aún
bajo ocupación militar, o con los palestinos de Gaza, en lucha con
Israel. En cambio, en relación con la lealtad de los árabes israelíes,
me parece que todos estos años demuestran con claridad su lealtad de
facto con el Estado de mayoría judía en el que viven, y eso a pesar de
sus duras críticas hacia la política de ese Estado.
Además, cada vez es mayor la integración de los árabes israelíes en
el sistema judicial, sanitario y administrativo de Israel, aunque aún no
con el ritmo adecuado. Con todo, constituye un bonito símbolo que el
presidente del tribunal que condenó a un expresidente de Israel a siete
años de cárcel fuera un juez árabe israelí.
Por todo ello, creo que habría que considerar si no convendría
eliminar esa exención general del ejército para los árabes israelíes y
pensar en la posibilidad de que fuesen al ejército con funciones
especiales, sobre todo destinadas al servicio público. Las razones para
hacerlo son varias:
1. La realización del servicio militar o civil es
muy valorada en Israel; por tanto, hacerlo supondría para los árabes un
impulso para lograr una mayor igualdad social y laboral.
2. Los jóvenes árabes que hicieran ese servicio recibirían los muchos
beneficios y derechos que se otorgan a los soldados después de cumplir
con el ejército, beneficios en relación con la vivienda, el mercado de
trabajo o la posibilidad de realizar estudios superiores. Todo ello
mejoraría el estatus de la minoría árabe, que además podría reforzar su
papel en la sociedad y deslegitimar así los nuevos brotes racistas.
3. Durante la segunda guerra de Líbano, las aldeas árabes recibieron
una lluvia de cohetes del grupo Hizbulah. Por tanto, no hay motivo para
impedir a los árabes que participen en la defensa de su población. Como
tampoco hay motivo para que no colaboren en defender la frontera sur de
Israel y evitar así la entrada ilegal de emigrantes africanos, ya que
estos después trabajan con salarios muy bajos, lo cual perjudica sobre
todo a los trabajadores árabes israelíes.
4. Las comunidades árabes que viven en aldeas o ciudades mixtas como
Haifa, San Juan de Acre, Yafo o Nazaret están muy necesitadas de
prestaciones sociales. Y en estos casos los árabes israelíes podrían ser
muy útiles en servicios públicos, en los ámbitos de la educación, la
sanidad, extinción de incendios o vigilancia policial. Todo ello
mejoraría notablemente la calidad de vida de la población árabe, que es
peor que la del sector judío.
5. El servicio militar o civil para los árabes israelíes supondría un
apoyo moral para Israel a la hora de imponer como obligatorio el
servicio militar para los jóvenes judíos ultraortodoxos que ahora lo
rehúyen.
Y, por último, conviene saber que al igual que ocurre con muchos
ultraortodoxos también hay muchos árabes israelíes interesados en hacer
un servicio militar o civil que elevaría su estatus social y los
habilitaría para realizar otras profesiones. Esperemos que el Gobierno
israelí no se deje llevar por cálculos de rentabilidad política y no
dude en extender una obligación que supondría establecer un parámetro de
igualdad en las cargas y deberes de los ciudadanos.
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