El Dictador es la ultima, hasta ahora, colaboración entre el director
Larry Charles y el guionista y actor Sacha Baron Cohen, tras haber
perpetrado primero Borat, y posteriormente Brüno. En esta ocasión
acudimos a la presentación de un nuevo personaje creado por Sacha, el
dictador de la República de Wadiya, Aladeen, una especie de mezcla entre
diversos dictadores de esta época, desde Kim Jong-il, a Gaddafi y Fidel Castro,
pero de la forma más parodica posible.
Y es que desde el inicio de la película vemos que esta pretende
reírse de todo lo que le pille por medio, aparte de provocar sin parar,
como ya pudimos ver en toda la campaña de marketing que Sacha Baron
Cohen puso en marcha desde hace meses para promocionar la película,
alcanzando su punto álgido sin duda en la ceremonia de los Oscar,
cuando se presentó disfrazado de Aladeen en la alfombra roja, portando
una urna donde supuestamente se encontraban los restos mortales del
dictador norcoreano Kim Jong-il.
El personaje de Aladeen es realmente genial. Logra mostrar de forma
satírica todas las barbaridades y excentricidades de este tipo de tiranos,
y con las cuales en otro contexto seguramente nos escandalizaríamos,
pero no aquí, donde no puedes parar de reír a lo largo de toda la película. Crear
unos Juegos Olímpicos a medida, donde o gana o mata al rival, unos
Globos de Oro de Wadiya, el que sea considerado el cirujano jefe de
Wadiya, etc… no son más que exageraciones obvias de lo que son
este tipo de personajes, pero que en el fondo esconden más verdad de la que
puede aparentar.
Porque a pesar de que en un principio podemos pensar que El Dictador
pretende reírse, parodiar y criticar a los diversos dictadores
repartidos por el mundo, no es del todo así. Lo hace, si, pero al mismo
tiempo nos hace ver una verdad muy incomoda, y es que a veces no hay
tanta diferencia entre algunos dictadores a los que el mundo occidental
califica de tiranos, y los gobernantes de estos países occidentales, que por mucho
que maquillen las situaciones, cometen las
mismas barbaridades.
A pesar de que viendo el inicio de la película, pudiésemos pensar que
durante todo el metraje íbamos a ver a Aladeen ejerciendo de dictador,
no es así, y los momentos más interesantes de la película son quizás en los que tenemos que ver como se desenvuelve en una cultura radicalmente
distinta, y sobretodo, sin tener ninguno de los privilegios que tenia
desde que nació.
Un aspecto curioso a destacar sin duda de la película, es que todas las
escenas desarrolladas en el Palacio de Aladeen fueron rodadas en la
sevillana Plaza de España, añadiendo solo algunos detalles para que
pareciera un palacio de estilo oriental. Destacar también sin duda su banda
sonora, repleta de temas bastante famosos, versionados al árabe (o un intento de ello),
destacando especialmente el ‘Everybody Hurts’ de R.E.M.
En definitiva, no estamos ante la mejor comedia de la historia, para
nada, y de hecho es una comedia que a mucha gente quizás pueda no
gustarle, ya que la provocación en algunos momentos se torna, quizás
excesiva, por ejemplo en sus comentarios misóginos. En mi caso he sabido situarlo en su contexto, pero puedo entender que para alguna gente no sea así y algunos comentarios pueden llegar a herir sensibilidades.
Por lo demás, hay situaciones en las que es prácticamente imposible no
reírse, y todo ello a pesar de un doblaje que seguro que esta (como es
lógico) muy por debajo de la versión original.
En definitiva, se trata de una película para pasar un buen rato, y poco más. No os molestéis en buscar mucho
más de eso porque no vale la pena. Aunque sí que hay que mencionar su genial final, donde además de hacer una áspera critica a los sistemas de gobierno occidentales, por no decir que está criticando abiertamentea a la "democracia" americana, Aladeen descubre que la mujer con la que se acaba de casar es.. judía!!! Mazal tov!!
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