domingo, 3 de marzo de 2013

El imamato femenino

- por Christina Barragán
Universitat Rovira i Virgili
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  Introducción
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“El día en que llamemos a todos los hombres con su Profeta, aquellos a quienes se coloque su Libro en la diestra recitarán su Libro y no serán vejados ni en la cuantía de una piel de dátil. Quien en esta vida esté ciego, en la última estará más ciego y más extraviado en la senda”
(Corán 17: 73-74)

El Islam es una religión fuertemente orientada hacia la conservación de las formas y prácticas tradicionales. En el propio Corán se puede observar un cierto recelo a la innovación en la presentación del mensaje islámico. No hay duda de que los árabes pre-islámicos fueron capaces de reemplazar muchas de sus costumbres por las prácticas introducidas por el Profeta. Una vez que Mohammad fue aceptado como su líder, la idea de que sus seguidores debían imitar sus prácticas (Sunnah) fue absorbida fácilmente por la primitiva comunidad musulmana. En consonancia con esta tendencia conservadora, las apelaciones por el cambio en las sociedades islámicas han sido normalmente entendidas como llamadas a la "renovación" (tajdid). Incluso el término islah, a menudo traducido como "reforma", literalmente significa "reparar" y no "remodelar"[1].
Según la teología islámica ortodoxa, ya que el Islam es la religión final, lo que necesita cada generación no son nuevos modelos y prácticas, sino una limpieza continua de la sociedad de aquellas ideas y prácticas que han corrompido el modelo original. La declaración atribuida al profeta Mohammad "Al comienzo de todos los siglos, Dios enviará a alguien a esta comunidad que renovará su religión"[2] reafirma en este sentido que la renovación es el paradigma principal para el cambio social legítimo. Este discurso de renovación ha destacado especialmente en el Islam modernista, el cual ha estudiado gran parte de la sociedad islámica tradicional, plagada de prácticas supersticiosas e instituciones ajenas al mensaje islámico puro e irrelevante para la sociedad moderna. El objetivo de esta renovación ha sido, en gran medida, el de liberar a las mujeres musulmanas de las limitaciones habituales en el espacio público.
Estudiosos como el egipcio Mohammed Abu Shuqqaq en su obra “The Liberation of Women in the Era of the Message”, han devuelto a la luz diversos hadithes ya olvidados que demuestran el grado en que las mujeres fueron participantes activos en todos los aspectos de la vida en la comunidad de tiempos del Profeta. Además, otros han demostrado como las musulmanas contribuyeron a la erudición islámica en las generaciones posteriores. Muhammad Zubair Siddiqi[3], por ejemplo, ha estudiado la participación de las mujeres en los estudios de hadith a lo largo de los siglos, enumerando docenas de mujeres que interpretaron la sunnah profética para hombres y mujeres durante generaciones. De la misma manera que la autora marroquí Fatima Mernissi[4], este y otros estudios han redescubierto una historia olvidada de mujeres que participaron en la conformación del discurso religioso islámico y como gobernantes políticos. Sin duda, esta arqueología de mujeres que levantaron sus voces autoritarias desde el principio del Islam ha sido algo verdaderamente sorprendente para aquellos que creían que la mujer piadosa siempre había estado en silencio entre los hombres y ausente de la esfera pública. 
Actualmente, en Europa y Estados Unidos, un número creciente de mujeres musulmanas han encontrado una nueva confianza y aceptación en el campo de la erudición islámica. Ahora, plenamente conscientes de la importancia de Aisha, la esposa del Profeta Muhammad considerada por muchos como la erudita más destacada de su generación, las mujeres musulmanas están seguras de que tienen derecho a estudiar y hablar acerca de la interpretación del Corán, la sunnah e incluso la shari’a. No es precisamente una novedad que haya mujeres con autoridad pública que además interpreten y enseñen los textos islámicos, pero si es necesario para ello una renovación del espíritu de la comunidad islámica. Al mismo tiempo que se avanza en la apertura del campo de la erudición religiosa para las mujeres, hay importantes desafíos en el desarrollo de instituciones y formas de liderazgo religioso a través del cual las mujeres puedan ejercer la autoridad.
Este trabajo pretende profundizar en uno de los campos en el que la mujer puede ejercer el liderazgo en el Islam, el imamato. Para ello se analizaran diversos argumentos filosóficos, morales y de género a favor y en contra del ejercicio de la mujer como imam. También se hablará de la figura de las Murchidates como otro cargo de vital importancia para la comunidad islámica actual.
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     El imamato femenino
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La escuela mu’tazilita tiene como principio que la razón es el primer instrumento de conocimiento religioso, a condición de que este argumento se utilice en conjunto y de acuerdo con el Corán. Pero, que dice el Corán sobre la conveniencia o no del imamato femenino? La verdad es que no mucho. Pero basta con evocar sus referencias a la Reina de Saba o la autoridad de María como miembro de una familia religiosa para poder comprobar que la autoridad en femenino ya estaba explicita en el libro sagrado.
Algunas voces argumentan que el Corán prohíbe a las mujeres hablar. Sin embargo, si una mujer no puede levantar la voz, como puede dirigir la oración? Para responder a esta objeción, debemos comenzar con la cuestión de la interpretación de los textos. Si tratamos de comprender el  significado y la sabiduría del mensaje, su interpretación y su fiabilidad pueden ser muy variables. Algunos utilizan para justificar la imposibilidad del liderazgo político de la mujer un hadith muy conocido y repetido en el que se dice que una nación dirigida por una mujer cayó en el camino del desvío y la catástrofe. Sin embargo, este hadith es conocido por los expertos como “dha’eef”, es decir “no fiable”, aunque sea utilizado muy a menudo para justificar argumentos en contra de la autoridad de la mujer. En cambio, un episodio poco conocido ha sido certificado por todos y considerado como “sahih” (fiable o correcto).  Se trata de la designación por el Profeta de una mujer para la dirección de la oración. El hadith narra como la mezquita de Medina ya no tenía capacidad para albergar a todos los fieles, entonces Mohammed designó a una mujer, Um Waraqa[5], para dirigir la oración en su "dar". El término dar es una palabra polisémica, que puede significar "casa" o “zona". Como en la mayoría de los casos, existen discrepancias sobre la interpretación de las palabras del profeta. Según algunos, este nombramiento pretendía que Umm Waraqa dirigiese la oración únicamente en su propia casa pero no en el vecindario. Sin embargo, otros lo interpretan como que se trataba efectivamente de su barrio. Lo único verdaderamente evidente es que Mohammed designó a una mujer para dirigir la oración desde fuera cual fuese el lugar o el número de público oyente. 
Teniendo como base el Corán y la Sunnah, en los últimos años han surgido los primeros intentos para reconocer el Imamato femenino. El más famoso es probablemente la celebración de la oración del viernes en Estados Unidos en marzo de 2005 por Amina Wadud[6], erudita de Al-Azhar, actualmente profesora de ciencias islámicas en la Universidad de Virginia. Otra imam canadiense también realizó la oración ante una asamblea mixta, y se conocen otros casos en Bélgica e Italia. Pero no se trata de un hecho aislado, cabe señalar que en algunas partes de la India y África, dentro de la base de las sociedades matriarcales, las mujeres imames que ofician únicamente para otras mujeres son un hecho consolidado. Además, en China, el Imamato de la mujer está muy extendido, especialmente en las provincias de Yunnan[7], donde las mezquitas tienen la particularidad de tener un doble espacio: uno para los hombres con un imán de sexo masculino, y otro para mujeres dirigidas por una imam mujer.
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  Argumentos a favor
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Los principales autores que defienden el imamato femenino en sus obras basan sus argumentos en diferentes hechos. Quizás el más importante de ellos sea que el Corán mismo es ya testimonio de la capacidad de la mujer para dirigir una comunidad tanto política como espiritualmente. Las únicas condiciones establecidas en los textos para realizar la jutba son el conocimiento del Corán y la Sunnah y la condición interior de la persona que la realice (en términos coránicos, iman o confianza en Dios, y taqwa o conciencia). Pero en ninguna de estas condiciones se habla del sexo al que debe pertenecer el imam. Por otro lado, tampoco existe ninguna aleya que prohíba a una mujer dirigir la oración, ya sea ante hombres o mujeres, por lo que debemos acudir al hadith como segunda fuente de jurisprudencia dentro del Islam sunní.
A este respecto nos encontramos con una serie de hadithes que acreditan que dos de las esposas del Profeta, ‘Aisha y Umm Salama, dirigían las oraciones en el que participaban solo mujeres, colocándose en medio de la fila y no en posición adelantada como es lo habitual. Entre estos hadithes podemos citar los de ‘Abdu Raziq, Ad-Daraqutni y Al-Bayhaqi; donde no solo se narra como ‘Aisha ejercía de líder de la plegaria, sino que además solía dar también el Adán y la Iqama[8]. Por otro lado Ash-Shafi’i, Ibn Shaybah y ‘Abu Raziq narran como Umm Salama también dirigía a las mujeres en la oración ocupando la posición central de la fila. Al Qudama[9], en su obra Al-Mughni, dice lo siguiente:
     “Las narraciones difieren en cuanto a si es deseable o no que una mujer dirija a otras mujeres en el Salat. Por un lado se ha transmitido que es algo deseable como así lo atestiguan algunos sabios como ‘Ata, At-Thawri, Al-Awza’i, Ash-Shafi’i, Ishaq y Abu Thawr, y el Imam Ahmad ibn Hanbal se ha pronunciado en este sentido como algo deseable, siguiendo el ejemplo de ‘Aisha y Umm Salama. Sin embargo, ahul ar-ra’i (“la gente de la opinión”, se entiende por este término a las escuelas de fiqh que ponían más el acento en la reflexión racional que en el hadith) lo estiman como algo no deseable. Por otro lado Ash-Sha’bi, An-Nakh’i y Qatadah sostienen que las mujeres pueden dirigir los Salat voluntarios pero no los obligatorios.”
Incluso entre los hanbalíes se encontraban eruditos como Ibn Taymiyah (m. 728 H) que aceptaban el imamato femenino en algunos casos: “Es permisible que una mujer instruida dirija en las oraciones de tarawih[10] a hombres iletrados, según el reconocido aserto de Ahmed [ibn Hanbal] y en otras oraciones no obligatorias. Sobre esto existen dos hadithes.[11]
Con todo esto podemos comprobar como tres de las escuelas de fiqh que han llegado hasta nuestros días aceptan que una mujer pueda dirigir la oración a otras mujeres presentando pocos conflictos entre las diversas opiniones. En cambio, la segunda cuestión, sobre el hecho de mujeres liderando la oración en plegarias mixtas, el tema se vuelve más complicado y presenta una polémica  muy diversa. 
Como he comentado anteriormente, el hadith donde aparece Mohammed designando a una mujer para dirigir la plegaria colectiva también es de vital importancia para esta defensa: “Está testimoniado sobre Umm Waraqah —la cual había aprendido el Corán de memoria— que el Profeta —la paz y las bendiciones de Al-lâh sean para él— le ordenó actuar como imam para la gente de su casa (ahlu dariha), y ella tenía un muecín, y ella acostumbraba a hacer de imam para la gente de su casa.” Hadith que ya fue mencionado por Ibn Hayar[12] en su comentario, refiriéndose a “Ahl dar” como la gente del vecindario, y además especificando que todos eran hombres.
Basándose en este hadith, Nevin Reda[13] en su artículo “What would the Prophet do? The islamic basis for female-led prayer” defiende el imamato de la mujer en la oración mixta. Esta narración se encuentra en las compilaciones de Abu Dawud, ad-Daraqutni, al-Bayhaqi, al-Hakim, Ibn Sa’d y en otras fuentes. Pero aun así, ha sido puesto en duda por los estudiosos del hadith debido a que dos de los transmisores de la cadena no son muy fiables, en concreto, Walid ibn Abdullah y Abdu Rahman ibn Khallad. Imam al-Hakim también cuestiona su fiabilidad y Ibn Hayar al-‘Asqalani menciona que ‘Aqili dijo que había incoherencias en sus narraciones.[14]
Aun así, nos encontramos con numerosos antecedentes de aceptación del imamato femenino por parte de importantes alfaquíes como ibn Rushd e ibn al-’Arabi en al-Andalus, Abu Thawr, Abu Dawud, Tabari, ibn Hanbal e ibn Taymiyah. La opinión jurídica de Ibn Arabi de Murcia (1165-1240), el gran maestro andalusí, en su obra cumbre, “Al-Futuhat al-Makkiyya”:
"Algunos mantienen que el imamato de una mujer es absolutamente lícito, tanto ante hombres como ante mujeres, y yo comparto esta opinión. Otros sólo lo juzgan lícito ante mujeres, sin que haya hombres presentes. El Profeta (saws) afirmó la perfección de ciertas mujeres como lo hizo de la de ciertos hombres, aunque fuera mayor el número de estos últimos que la alcanzaron. Se puede considerar esta perfección como nubuwwa o como imamato. Consecuentemente, el imamato de una mujer es válido, y no se debe hacer caso a quien se oponga a ello sin pruebas"[15].
Pero no sólo Ibn Arabi, muchos otros pensadores musulmanes a lo largo de la historia han defendido la capacidad de la mujer para oficiar las oraciones. Entre ellos Abu Thawr (m. 240 de la Hégira), perteneciente a la escuela del Imam Shafi’i. También el fundador de la escuela Zaharí, Abu Dawud (m. 270 H) o el gran comentarista coránico Tabari (m. 310H). Precisamente es el andalusí Ibn Rushd quien afirma en su obra “Bidayat al-Muytahid” que estos eran una excepción entre los ulemas ya que permitían a las mujeres dirigir a los hombres en las plegarias sin ningún tipo de restricción.
Uno de los personajes femeninos más destacados y documentados fue Amrah bint Abdur-Rahman, una de las más grandes transmisoras de textos coránicas perteneciente a la generación posterior a los compañeros del profeta. Fue jurista, mufti, y especialista en hadith. El califa 'Umar ibn 'Abdul-Aziz, solía decir: "Si quieres aprender el hadith ve a Amrah". También está documentado que el Imam Zuhri, a quien se le atribuye la elaboración de la primera recopilación sistemática editada de hadith, solía decir: "Ve a Amrah, que es el gran recipiente de hadithes"[16].
También está documentado que Aisha bint Abdul-Hadi enseñaba ciencias islámicas en la gran mezquita de Damasco en el siglo XIV[17]. Aisha fue nombrada por el propio sultán de la época como maestra de hadith y se dedicó a enseñar la compilación del imam al-Bujari. Incluso Ibn Hayar al-Asqalani, considerado como uno de los mayores estudiosos de hadith, viajó hasta Damasco para estudiar con ella.
Por su parte, el l Imam Hakim Naisapuri[18] dice: "Una cuarta parte de nuestra religión depende de las narraciones de las mujeres. Si no fuera por estas narraciones, se perdería una cuarta parte de nuestra religión."
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  Argumentos en contra
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La mayoría de autores con posiciones en contra del imamato femenino basan sus argumentos en los mismos textos, o similares, que aquellos a su favor. La diferencia principal es la interpretación de que hacen de estos, tratándose principalmente de argumentos claramente de género. Consideran que entre las cosas reservadas exclusivamente a los hombres por Dios se encuentran la yihad, la autoridad y el imamato. Para ello se basan en aleyas como: “No deseéis aquello con lo que Dios favoreció a unos respecto de otros. Los hombres tienen una parte de lo que han adquirido. Las mujeres tienen una parte de lo que han adquirido.” (Corán 4: 36) o “Las mujeres tienen sobre los esposos idénticos derechos que ellos tienen sobre ellas; pero los hombres tienen preeminencia. Dios es poderoso, sabio” (Corán 2: 228). De acuerdo con as-Saadi[19], la frase "los hombres tienen preeminencia" significa más derechos y la supremacía en temas como el ejercicio del Imamato y el poder judicial. De todas formas, en ninguna de las aleyas se hace explícita prohibición del ejercicio del imamato.
Si echamos un vistazo al debate de los intelectuales sobre este tema en el pasado, nos encontramos con el propiciado por Abu Ali Muhammad Ibn Ahmad Ibn Hazm al-Andalusi, más conocido como Ibn Hazm de Córdoba (m. 456 H). En su obra “Al-Fisal Milal fi al-wa-wa-al al-Nihal Ahwa’i”[20], publicada en al-Andalus en el siglo XI, Ibn Hazm nos da su punto de vista y el de otros intelectuales como Al-Qurtubi, Ibn al-Hajjar Asqalani o Imam al-Nawawi. Se trata de una pieza muy relevante ya que en ella podemos discernir las diferencias entre lo que realmente es heredado de las costumbres de lo que forma parte de la Shari’a.
Según Ibn Hazim, Abu Mohammed afirmaba en la época que no encontraba ninguna prueba para aquellos que defendían el imamato de las mujeres basándose en el verso coránico que dice: “Antes de ti no hemos enviado más que a hombres a los que inspiramos. ¡Preguntad a los poseedores de la amonestación si vosotros sabéis!” (Corán 21: 7).
Ya en la actualidad, después de la polémica que suscitó en Estados Unidos y otros países el hecho de que mujeres musulmanas estuvieran dirigiendo oraciones mixtas, el Sheikh Yussuf Abd-Allah al-Qaradawi publicó una fatwa con respecto al tema. Según al-Qaradawi, no se conoce en la historia musulmana a lo largo de catorce siglos el caso de ninguna mujer que haya dirigido la oración de los viernes contando con un público masculino. Para él, originalmente el imamato está reservado  exclusivamente para los hombres debido a que el imam debe seguir una serie de preceptos durante la oración que lo hacen inclinarse y postrarse teniendo a su público detrás. Por ello no sería conveniente para ninguna mujer realizar este tipo de movimientos delante de hombres en un acto de adoración que requiere la serenidad del alma y de la mente. Todos sus argumentos se basan prácticamente en el mismo argumento de género, según sus palabras Dios quiso que el cuerpo de la mujer tuviera una forma diferente para despertar la libido del hombre y con ello permitir el matrimonio en el marco de la perpetuación de la raza humana. Por ello, para evitar el camino de la tentación, la Shari’a ha reservado únicamente para los hombres la llamada y la dirección de la oración. También dictamina que las mujeres deben situarse por detrás de las filas de hombres en la mezquita, afirmando que los mejores entre las filas de los hombres son las primeras y las mejores entre las filas de las mujeres son las más rezagadas. Así el hombre puede concentrar toda su mente y su atención en el fortalecimiento de su relación con Dios, sin que su imaginación comience a divagar fuera del círculo de la fe. Para él, el Islam es una religión realista que no trata a las personas como si fueran ángeles alados, sino como seres humanos movidos por instintos y sentimientos.
Según el Sheikh, las cuatro escuelas jurídicas islámicas están de acuerdo en el hecho de que las mujeres no pueden conducir a un hombre en la oración, aunque en alguna de ellas ha permitido a mujeres dirigir la oración en su familia, sabiendo que lo hombres delante de los que oraban eran maharim[21]. De todas formas, cabe destacar el hecho que después de toda esta fatwa defendiendo la imposibilidad de la mujer para liderar la oración, él mismo reconoce que, si nos fijamos en los textos, no encontramos ningún texto explícito y auténtico que prohíba a la mujer dirigir la oración o incluso el sermón del viernes.
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    Las murchidates
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Delante de esta controversia sobre la aceptación o no del imamato femenino, a principios del año 2006, el gobierno marroquí anunció que se había completado la formación del primer grupo de murchidates en Dar al-Hadith al-Hassania, un seminario normalmente reservado a los hombres. El objetivo de estas 50 mujeres es el de ser distribuidas por diferentes mezquitas del país con la tarea de responder a las cuestiones religiosas de las demás correligionarias, además de ayudar en los programas de alfabetización y proporcionar orientación jurídica en el derecho de familia o Moudawwana, reformado en los últimos años. Su papel en la mezquita, sin embargo, dista mucho del de imam ya que no podrán dirigir la oración.
Al abordar este tema, se plantean una serie de preguntas que tienen más que ver con el ámbito político que el religioso. ¿Por qué el gobierno de Marruecos, con Mohammed VI en cabeza como Amin el-Mu’minin o Principe de los Creyente, decidió impulsar este movimiento? ¿Por qué hacerlo en ese momento, justo un año después de que Amina Wadud dirigiera la primera oración mixta en Estados Unidos? ¿Qué es lo que esperan lograr las mujeres con ello?
Todo pinta a que gran parte de la motivación detrás de la iniciativa del rey era simplemente de carácter político. Tratando de asegurar y legitimar su poder, ha utilizado de alguna manera el tema de la autonomía de las mujeres para conseguir apoyo. Algunas de estas cuestiones fueron tratadas en un documental aparecido en la cadena americana PBS en julio de 2006 titulado “Class of de 2006”[22], producido por Charlotte Mangin y dirigido por Gini Reticker. El documental, a pesar de recaer bastante en los estereotipos marroquís y los clichés turísticos, cuenta con partes muy interesante donde se pueden comprobar los grandes contrastes en la sociedad marroquí actual.
El personaje principal es Samira Marzouk, una mujer de veintinueve años interesada desde siempre en la religión que vio en este programa una gran oportunidad. También aparecen figuras como la activista feminista Fouzia Assouli, actualmente secretaria general de la Liga de los Derechos de la Mujer, o  la doctora Naji Rajaa Mekkaoui, profesora titular de Derecho en la Universidad Mohammed V y primera mujer en recitar una lectura religiosa por televisión durante Ramadán; contratada para entrenar a futuros imames y murchidates aunque, para ello, haya tenido que enfrentarse a la reticencia inicial de algunos de sus alumnos de sexo masculino.
En el lado más opuesto nos encontramos con Nadia Yassine, portavoz del grupo islamista Justicia y Caridad, que se burló deliberadamente de los programas de alfabetización que el gobierno y las ONGs han llevado a cabo en los últimos años destinados a mujeres mayores. Según sus propias palabras “A ellas les enseñan a leer A, B, C,… ¿Qué es eso? Eso es justo lo suficiente para saber leer ‘Coca-Cola’ e ir a comprar la misma. Este es un movimiento imperialista”. Des de luego sus palabras no merecen ningún comentario al respecto ya que hablan por sí solas, pero en ellas podemos deducir que la polémica no solo se crea entre musulmanes en contra o en favor del imamato femenino, sino que simplemente en temas más “light” como el de las murchidates ya encontraríamos diferentes grupos con opiniones a favor y en contra.
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    Conclusiones
Con todo ello podemos llegar a la conclusión de que en realidad las voces que alegan por la defensa del imamato femenino no son ninguna novedad ni tratan de hacer ninguna re-lectura de los textos. Cuando hablamos de re-lectura estamos dando por hecho que ya existe una lectura previa establecida y que esta pretende ser la canónica u ortodoxa, hecho que en este caso no se da completamente. Principalmente porque uno de los principios básicos del fiqh es que algo solamente puede considerarse haram o ilícito si se demuestra de alguna manera que lo es. Mientras no existan pruebas basadas en el Corán y la Sunnah no haría falta demostrar que algo es ilícito. Las respuestas a esta cuestión han sido diversas, desde los que apelan a la religión de los antepasados hasta aquellos que lo ven con normalidad. Pero, todavía nadie ha aportado una sola evidencia, extraída del Corán o  la Sunnah, conforme a que esto sea algo ilícito.
En mi opinión, el mensaje del Corán es incompatible con el patriarcado. Las lecturas patriarcales del Corán no tienen ni el más mínimo fundamento, ni Dios es un padre ni existe separación de roles entre el hombre y la mujer. Por eso en ocasiones se ejerce tal grado de violencia interpretativa sobre el texto, mutilándolo en aspectos esenciales.  Por patriarcado entiendo el conglomerado de relaciones sociales, económicas e ideológicas que se originan en la creencia sobre la inferioridad o subordinación de la mujer respecto al hombre. El discurso patriarcal sostiene que las capacidades de la mujer son limitadas con respecto al hombre, y considera que por sus características biológicas concretas, la mujer ha sido dotada específicamente para la maternidad y los trabajos del hogar. El varón estaría dotado para ejercer de jefe del hogar y ocupar el espacio público.
El patriarcado asocia Dios a lo masculino, al Padre. El patriarcado se vincula con el logocentrismo y no tiene nada de natural, sino de cultural e ideológico. Implica la ruptura de la justicia cosmológica basada en la perfecta interrelación de las fuerzas masculinas y femeninas, activas y pasivas, que rige el orden de la Creación. Por eso el patriarcado siempre ha estado vinculado al totalitarismo y a la depredación de la naturaleza.  La lectura patriarcal del Corán ha desarticulado la antropología, la ética y la cosmovisión coránicas y ha negado en muchas ocasiones los elementos democráticos, igualitarios y ecológicos del Corán. No se ha necesitado la llegada de la modernidad y del colonialismo para que dicha desarticulación se produjera. Ha bastado con dejar el Corán en manos de los autoproclamados "guardianes de la tradición", que lo han tratado de reducirlo a un libro de leyes al cual la masa de los musulmanes deben obediencia ciega. Es decir, lo han negado en tanto que revelación de Allah destinada a cada ser humano sin ningún tipo de diferencia por su género o condición.  Pero en realidad creo que este texto sagrado se podría interpretar como  el mejor instrumento en la lucha contra el patriarcado, y no solo para los musulmanes, sino para la humanidad en su conjunto.



[1]  J.O. Voll, "Renewal and reform in Islamic history: tajdid and islah,", Voices of resurgent Islam, ed. by John Esposito (New York: Oxford University Press, 1983): 32-47.
[2] Sunan Abi Daud, 4 vols. (Cairo: Dar al-Misriyyah al-Lubnaniyyah, 1988), v. 4, pp. 106-107.
 'Abd al-Halim Abu Shuqqah, Tahrir al-mar'a fi 'asr al-risalah (Kuwait: Dar al-Qalam, 1990).
[3] Muhammad Zubayr Siddiqi,”Hadith Literature: Its origins, development, special features and criticism” (Cambridge: Islamic Texts Society, 1993).
[4] Fatima Mernissi, “The Forgotten Queens of Islam”, trans. Mary Jo Lakeland (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1993).
[5] Abû Dâwûd salât 500. cf. “Awn maabûd sharh sunan abî dâwûd”.
[6] Véase: http://es.wikipedia.org/wiki/Amina_Wadud
[7] Provincia de la República Popular China situada al sur con capital en Kunming. Su población está formada por más de 20 etnias, entre ellos los hui de religión musulmana. Véase: Revista Báraka del Centro Sufí Nashqbandi Valencia-Samarqand.
[8] La iqāma (en árabe إقامة) es la segunda llamada a la oración, que se realiza justo después de que ésta dé comienzo.
[9] Muwaffaq al-Din 'Abd Allah ibn Ahmad ibn al-Maqdisi Qudamah al-Hanbali, erudito de renombre de la escuela de jurisprudencia Hanbali, autor de'' Al-Mughni', (el principal manual de jurisprudencia hanbalí)
[10] Oración voluntaria que se reza después del aishaa (oración obligatoria de la noche)
[11] Ibn Taymiyah: “Radd al-Maratibul-Ijma”, pg. 290, ed. Dar ibn Hazm
[12] Ibn Hayar al-Asqalani, autor egipcio de más de 150 libros, la mayoría sobre el estudio del hadith, siendo el más importante “Fath al Bari”, un comentario de Sahih Al-Bujari.
[13] Nevin Reda, “What would the Prophet do? The islamic basis for female-led prayer”, 10 de Marzo, 2005, www.muslimwakeup.com
[14] Ibn Hayar al-‘Asqalani, “Taqrib at-Tahdhib”
[15] Muhyiddin Ibn iArabî de Murcia, “Al-Futuhāt al-Makkiya”, Tomo I, p. 447
[16] Imán Malik , “Al- Muwatta”,
[17] Hashmi, Farhat, “Contribution of Women in Spreading the Teachings of Prophet Muhammad”
[18] Abu Abd-Allah Muhammad ibn Abd-Allah al-Hakim al-Nishaburi (Persia, 933 – 1012)
[19] Abd ar-Rahman ibn Nasir as-Sa'di at-Tamimi (1889–1956) ”Taysir al-Karim ar-Rahman fee Tafsir al-Qur'an”
[20] Abu Ali Muhammad Ibn Ahmad Ibn Hazm al-Andalusi, “al-Fisal Milal fi al-wa-wa-al-al-Nihal Ahwa'i”, Volumen V, pp 17-19
[21] Plural de mahram, designa a los parientes próximos con los cuales el matrimonio es ilícito.
[22] Véase: http://www.pbs.org/wnet/wideangle/episodes/class-of-2006/video-full-episode/1038/
[23] VV. AA. “ La mujer y el ministerio en las distintas Iglesias cristiana: El ministerio en el diálogo interconfesional” Sígueme, Salamanca (1976).
[24] Las Conferencias de Lambeth son asambleas decenales celebradas por los obispos de la Comunión Anglicana convocadas por el Arzobispo de Canterbury. La primera de esas conferencias tuvo lugar en 1867.
[25] Equivalente al cuerpo legislativo de la misma y el cual está constituido por obispos, clérigos y laicos.
[26] M. Alcalá, “La mujer y los ministerios en la Iglesia”. Sígueme, Salamanca (1982).


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